Hola de nuevo, queridos lectores. Hoy vengo a hablaros de un caso que me pasó el otro día.
Pues como soy una persona muy concienciada con la ecología y con la creencia de que todos podemos poner nuestro granito de arena para salvar el planeta, fui a reciclar el vidrio y cual fue mi sorpresa cuando vi encima de la tapa del contenedor de al lado, literalmente, una montaña de libros. Para que os hagáis una idea, rondaban sobre la quincena. Lamentablemente, no los pude salvar todos porque algunos estaban muy deteriorados.
Pero, casualmente, llevaba una bolsa de tela de rafia que solemos gastar para reciclar. Sí, lo podéis imaginar. Me empezaron a hacer chirivitas los ojos de la emoción. ¡Tenía una bolsa para meter los libros!¡Esa era mi oportunidad! Así que no lo dudé. Miré a un lado y a otro para cerciorarme que no pasaba nadie y comencé a llenar mi bolsa para reciclar vidrio de libros de segunda mano. Había libros finos y libros mas extensos, de tapa dura y blanda, de autores reconocidos y no tan famosos, de literatura, cocina, viajes y sendos temas más. Como buena amante de los libros que soy, y con la experiencia que tengo de tasadora amateur, cuando pasaba horas y horas metida en «La Casa del Libro». Calculé que había aproximadamente, unos doscientos euros en libros. ¡Sí Señor! Me había ahorrado una considerable cantidad de dinero en libros que tarde o temprano habría acabado comprando. Y, como no, ahora tengo mucho mas material para seguir compartiendo reseñas con vosotros.
Pero, al mismo tiempo, me albergó una terrible sensación de tristeza. ¿ Quien podría haber tirado a la basura todos aquellos libros, pudiendo, revenderlos, regalarlos o donarlos? Podría ser alguien que no fuera muy amante de los libros haciendo limpieza en casa, o quizá alguien obsesionado por el coronavirus, pero algunos son de ediciones muy nuevas.
En cualquier caso, resulta muy triste ver como parte de la cultura se va al contenedor, dejando huérfanos de lecturas maravillosas a muchos lectores. Creo que fue un regalo del cielo; Dios quería que los encontrara yo. De todos modos he de admitir que algunos estaban muy sucios y quemados por el sol. Pero para eso están los videos de YouTube. Después del coronavirus, mucha gente se ha planteado formas de desinfectarlos sin dañarlos, ya que el papel es tan delicado. Y allí fue donde lo encontré yo, por si a alguien le interesa el tema. En fin, ya los tengo todos limpios y colocaditos en su correspondiente estante de mi librería personal. Por supuesto, en cuanto los lea os iré compartiendo las reseñas.